Los Banderines a lo largo de la historia
Banderines en la historia y en nuestros días
Hola a tod@s! Buscando buscando por la web información sobre el nacimiento de los banderines en la historia de la Humanidad, entendemos que no existe absoluta claridad sobre su instauración como objeto de representación.
Mientras algunas fuentes lo determinan en la era de expansión de los visigodos (s. IV) y la instauración del orden feudal, otros sugieren pensar en quienes los antecedieron: la Roma imperial y las legiones en la Europa continental, Medio Oriente y Gran Bretaña.
En otra literatura, se hace especial énfasis en la rica cultura textil morisca que heredó la península ibérica, que posteriormente heredamos las colonias españolas de ultramar y la religión católica.
Esta nota inaugural tiene como fin reflexionar sobre el objeto y la tradición de los banderines en la Historia. De la lectura sabemos que estos elementos se perpetuaron en el mundo marcial desde la Edad Media, cuyos hitos: las cruzadas y las Rutas comerciales a Asia, inspiraron la costumbre de crear agrupaciones en torno a grandes causas, mostrándose y diferenciándose a través de su cultura.
En la era pre-moderna, cabe detenerse en la importancia que tenían los talleres y los gremios de oficios, vale decir, la pertenencia a una agrupación que daba identidad y sentido a un trabajo y tradición familiar clausurada. Estos gremios eran los herreros, talabarteros, carpinteros, etc. Estos eran los primeros grupos sociales organizados y que daban cuerpo a una estructura social y económica. Un estrato de suma importancia para el desarrollo de la Modernidad y sus avances tecnológicos.
Banderines, banderas y escudos
Por su parte, las banderas y escudos trascendieron a las incipientes escuelas, universidades, agrupaciones religiosas, etc. Fueron expandidas por el mundo como objetos sagrados, contenedores de símbolos de culto. Cada barco o navío menor, enarbolaba las banderas de su Reino remitiendo a su lugar de origen, a donde se les había regalado la vida. Estas debían ser incrustadas en el suelo, señalando que desde ese instante era territorio soberano. Ni hablar de la tradición de quienes alcanzaron las grandes gestas, de coronar la «cumbre» indicando tu país de origen.
En consecuencia, presumimos, que todo decantó y se consolidó finalmente en la emergencia de la Modernidad, en el ánimo nacionalista. En pocas palabras, en la conquista de los Estados Nacionales modernos como bien los estudiamos en el colegio. En el sentimiento criollo que nació allende los Andes con el escudo del Ejército Libertador y en Chile, con la bandera carrerista y, posteriormente, con la bandera de la estrella solitaria. La identidad nacional, fue de una importancia transcendental, cuando los pueblos abrazaron símbolos concebidos como únicos, solemnes, unificadores, que aunaron familias y clanes poderosos en torno a un origen social, subvirtiendo los lazos de consanguinidad por valores y una Historia común.
Hoy, banderas, lienzos, banners o pennants los vemos cotidianamente en todas las disciplinas deportivas, en campañas políticas o publicitarias. Estas ya no reflejan clanes, sino tribus u organizaciones que buscan fortalecer su valor social. Buscan forjar hinchadas, grupos de fans o clientes fieles.
Hoy la pasión que despierta algún deporte, también se mezcla con el patriotismo. Todo se conjuga, tal como sucedió con la épica militar y los deportes colectivos. Los símbolos en este caso, no dividen facciones y grupos, sino que se fortalecen, se nutren unos de otros y se vuelven, sagrados.
Hoy en el siglo XXI qué vemos? Vemos un fuerte apego a los símbolos del pasado, entiéndase, los que fueron motores de las grandes conquistas? Al parecer no. La fuerza de la identidad o de la identificación sigue operando con fuerza, pero difícilmente con el mismo ímpetu y convencimiento. Los símbolos que puede soportar un banderín pasan de ser sacrum elementis a ser objetos ornamentales, distinguidos tal vez, pero de estricto uso decorativo. Algo simpático, podrán decir.
Mira aquí un documental sobre las banderas del mundo!
O tal vez ambas teorías pueden convivir. Un banderín que presente un signo patrio o un club deportivo pueden ser utilizados sin el rigor de la Tradición, cuando se vivía y moría por esos colores. Pero puede ser que haya quienes SI crean en esto, y verdaderamente representen a su DIOS.
Entendemos entonces que el banderín no ha cambiado en tanto objeto físico, he ahí, su valor histórico. Han sido los símbolos de culto, los MITOS, los que han mutado.
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